El gimnasio en verano da mucha pereza. Bueno, en Euskadi no tanta, básicamente porque no tenemos verano. Tenemos una especie de primavera otoñal en la que el día en el que al sol le da por asomar lo guardamos en la memoria como si fuese el día de nuestra vida, el mejor.
Así que por estos lares lo de no ir al gimnasio por el calor es una mala excusa. Pero sí es cierto que nuestras costumbres se relajan, nos sentimos menos obligados a cumplir con los planes que tenemos previstos y dejamos el trabajo de fuerza un poco apartado. Error. No es necesario machacarse a lo Silvester Stallone pero tampoco hay que tumbarse a la bartola y pensar que en esto del cuerpo fino y la fuerza se puede vivir de las rentas.
¡Ay si se pudiera! Pero no. Podemos bajar la intensidad, saltarnos algún que otro día, pero abandonar el trabajo de fuerza no es buena idea. Sobre todo porque en breve vamos a volver a nuestros planes de entrenamiento y nuestras rutinas y, si hemos abandonado por completo el trabajo, nos va a costar mucho más volver. Hay que ver lo rápido que se pierde la forma con lo que cuesta ganarla.
La cosa se complica aún más si abandonamos nuestra casa habitual y nos dirigimos a un lugar de veraneo. Llegar al destino y buscar un gimnasio cerca puede acarrearnos algún que otro problema salvo que tengamos una pareja o una familia que nos deja por imposible. Si no, prescindir de algunos planes vacacionales por ir a trabajar la fuerza puede costarnos algún que otro "desencuentro", y no son las vacaciones momento para discutir sino para relajarnos.
Como no se trata de hablar de problemas sino de plantear soluciones a los que se nos presentan, ahí va mi forma de no dejar de hacer lo que me gusta y que, sí, casi se ha convertido en una necesidad. No hay porqué abandonar el deporte ni si quiera cuando sales a veranear.
Si durante una o dos semanas voy a estar en un hotel, busco uno que tenga gimnasio. Ya está. No hay que salir del entorno para seguir con mi plan diario. Eso sí, para no interferir en los planes que la familia se haya hecho, tengo que madrugar más que los demás. No se puede pretender levantarse a las once de la mañana para bajar al gimnasio y que el resto te esté esperando. Esa sería la forma más sencilla de empezar el día con bronca. Para evitarla, si el plan es desayunar a las nueve, por ejemplo, te levantas a las siete, corres, haces tus tablas de entrenamiento de fuerza , te estiras y a la hora fijada estás como un pincel en el restaurante del hotel para hacer un avituallamiento perfecto después del entreno.
¿Y si no hay gimnasio?
Pues aplicamos el Plan B. Entrenamiento completo al aire libre.
Lo de correr lo tenemos muy fácil porque seguramente estaremos en un sitio nuevo que conocer a golpe de zapatilla. Y si no lo es, disfrutraremos haciendo kilómetros por caminos poco habituales. Aquí no hay excusa posible. Claro que podemos relajarnos, ir a otros ritmos, salir menos días si alguno no nos apetece, etc. Pero si queremos seguir entrenando podemos hacerlo de una manera disfrutona.
La fuerza
No tener un gimnasio a mano tiene que ponernos a trabajar la cabeza para encontrar fórmulas de trabajarla única y exclusivamente con nuestro propio cuerpo o con las alternativas que nos da la naturaleza o el mobiliario urbano.
Además de las zapatillas, yo llevo siempre en la maleta un TRX. Es un arnés ajustable no elástico que se sujeta a un punto de encaje que puede ser una pared, una puerta, un árbol o cualquier otra superficie alta, fuerte y estática. El mío lo compré en una de esas grandes superficies de material deportivo por solo 19 euros. Va siempre conmigo porque da la posibilidad de trabajar todas las partes del cuerpo incluso sin salir de la habitación, se puede recoger y llevar en una bolsita pequeña y apenas ocupa espacio. Como plus diré que me parece muy divertido el entrenamiento con TRX.
Abdominales
Aquí sí que no hay excusa posible. Puedes tumbarte en cualquier sitio y dedicar un rato a trabajar tu six pack. Yo suelo hacerlas en una campa. Tumbarme sobre la hierba después de una buena tirada de carrera a pie es una maravilla. Sobre todo si lo haces a primera hora de la mañana y los jardineros se han encargado de recortar esa hierba. Hay un olor a fresco que unido a las endorfinas obtenidas con el entreno te da energía y alegría para el resto del día. Ahí si que no necesitas nada más que las ganas y tu propio cuerpo. Oblícuos, inferiores, superiores... todos en el mismo espacio y solo con tu fuerza y voluntad. Recuerda que la grasa del abdomen no se puede bajar únicamenente haciendo estos ejercicios, por más que hagamos miles cada día.
Hay que combinarlas con ejercicio aeróbico y una buena dieta.
Estiramientos
Una pared, un banco, una estatua, los bordillos de las aceras, las escaleras, las barandillas... absolutamente todo lo que tenemos alrededor puede servirnos para estirarnos y volver a nuestro plan vacacional con todo el trabajo hecho. Desde los sóleos hasta las cervicales pasando por todo el resto del cuerpo los podemos estirar sin necesidad de utilizar ningún aparato.
Pues ya hemos madrugado, calentado, hecho algo de técnica de carrera, entrenado, trabajado la fuerza y estirado sin necesidad de gastar dinero ni de utilizar elementos ajenos a nuestro cuerpo.
Ya podemos, con la energía y la alegría que nos ha dado el ejercicio físico, afrontar otro estupendo día de vacaciones.
¡A por él!
