Cómo mejorar tu técnica de carrera para ser mejor corredor... Aunque tu cabeza se resista

Cómo mejorar tu técnica de carrera para ser mejor corredor... Aunque tu cabeza se resista
Aitor Loizaga
Aitor Loizaga
Coaching Deportivo
Publicado el 11-05-2016

En el anterior post comentábamos cómo adquirimos los hábitos y cómo se convierten en parte de nuestra forma de ser; realizamos comportamientos, actividades, gestos sin ser conscientes de cómo lo hacemos ni por qué.

En el mundo del running, cada uno tenemos nuestra forma de correr, nuestro tipo de zancada, nuestro punto de apoyo del pie, la forma de levantar las rodillas, etc... y lo hacemos sin pensar en ello.

Cuando corremos vamos escuchando música, pensando en nuestras cosas, mirando el paisaje, sin pensar en cómo hacemos cada zancada o movemos los brazos.

Cómo mejorar tu técnica de carrera para ser mejor corredor

Estamos en nuestra zona de confort; llevamos mucho tiempo haciendo lo mismo y nos funciona, mejor o peor, pero funciona. Y si algo funciona, ¿para qué voy a cambiar?. ¿Por qué tengo que esforzarme en trabajar mi forma de correr? 

Muchos runners aceptan hacer más repeticiones, más series, más intensidad en el entrenamiento, más cuestas.... 

Pero no el cambiar lo que he hecho siempre. Y aquí me refiero a modificar nuestra técnica, nuevos hábitos de entrenamiento, nutrición, etc....

Miedo al cambio

Lo nuevo no tiene por qué ser siempre mejor. Y cambiar por cambiar no garantiza el éxito. Totalmente de acuerdo. 

Y cada persona es un mundo y ante iguales circunstancias reaccionamos de diferente forma. Pero si partimos de que mejorar nuestra técnica de carrera nos hace ir más rápidos, con menos esfuerzo y ahorrando energía, protegiéndonos de un buen número de lesiones, la pregunta es: ¿qué nos impide cambiar nuestros hábitos, para hacer mejor las cosas?. ¿Qué razones tenemos para no retarnos, mejorar, salir de nuestra zona de confort?

¿Cuál es tu excusa?

Con el tiempo, he escuchado un buen número de razones. Excusas para no desafiarnos y trabajar todo aquello que nos supone cambiar nuestros hábitos:

  • Me aburre hacer ejercicios de técnica de carrera.
  • No valen para nada.
  • Sí; el año pasado hice un día un par de ejercicios de técnica y con eso es más que suficiente.
  • Alguna vez lo he hecho, pero no me gustó; para mí es contraproducente el trabajar la técnica. En otras palabras; "deja, deja que hasta ahora me ha ido bien haciéndolo a mi manera, no vaya a ser que lo estropeemos...."

Pero de todos los argumentos hay dos que son mis favoritos:

  • A mi edad y con la de años que llevo corriendo y haciendo las cosas de la misma forma, imposible cambiar.
  • No tengo tiempo.

Te sugiero volver a leer con calma estos argumentos. Y pensar en los beneficios que te puede aportar intentar mejorar, CAMBIAR lo que haces habitualmente, modificar tus hábitos y salir de la zona de confort. Arriesgarse.

Superar nuestros límites no es fácil, pero es posible. Todos tenemos barreras. Pero sin embargo, mi opinión es que para cambiar necesitamos esforzarnos no con las piernas, no con los brazos, no con la respiración... sino con la cabeza. 

Necesitamos estar concentrados en lo que hacemos. Necesitamos estar pensando continuamente lo que estamos haciendo. Y eso mentalmente cansa mucho. Y exige constancia. Y como correr, ya corremos... ¿para qué esforzarnos?. ¡Con lo estupendo que es ir pensando en mis cosas o escuchando música cuando corro!. ¿Pensar en como ejecuto  mi zancada o en mi punto de apoyo?. Deja, deja....

Cómo introducir un cambio en mi rutina

Un dato importante; dependiendo de qué estudios, se dice que si bien durante 21 días, ó 28 días, repetimos diariamente ese comportamiento que queremos introducir en nuestra vida, pasados esos días, ya se ha convertido en hábito. Prueba a hacerlo con algo cotidiano; levantarnos más temprano, comer a la hora, leer todos los días un rato.... Constante y diario durante 28 días. Ya sé que no es fácil, pero son sólo 28 días. Y verás los resultados.

Comentaba en la primera parte de este artículo que como consecuencia de un curso, había cambiado mi técnica de natación. Y para escribir esta segunda parte decidí intentar a nadar como lo hacía antiguamente, como lo he estado haciendo durante más de veinte años. Pensaba que me iba a salir de forma natural, simplemente con quererlo. No fue así; tuve que concentrarme muchísimo y en cuanto mi mente se relajaba o empezaba a pensar en cualquier otra cosa, mi cuerpo instintivamente empezaba a nadar con la técnica que había aprendido hacía poco. 

Es decir; mi hábito, mi forma natural de nadar ya no es lo que había estado haciendo durante muchísimos años. Ahora mi cuerpo y mi mente inconscientemente buscan nadar como he aprendido hace poco.

Si tú quieres cambiar, puedes: Es cuestión de voluntad

Si a pesar de todo lo anterior, aún sigues pensando y autoconvenciéndote de que ya no puedes cambiar, y que no tienes esa capacidad, no me resisto a comentarte un pequeño detalle que nos muestra lo flexible, moldeable y la plasticidad que puede tener nuestro cerebro. Cuando estamos de buen humor se nos nota en la cara, en nuestra forma de relacionarnos. Es cuando nos dicen eso de -"¡Qué sonriente estás!"-. Y sonríes porque estás de buen humor. Y cuando tenemos un mal día, lo mismo-"Vaya, se nota en la cara que tienes un mal día-". Nuestro estado de ánimo condiciona nuestro lenguaje corporal, nuestra cara.

Prueba conmigo

Te invito a que pruebes lo siguiente; uno de esos días que estás enfadado, triste, irritable, mírate en un espejo y sonríe (seguro que no te apetece, pero hazlo). Aguanta unos segundos esa sonrisa. Vuelve a hacerlo. Tu estado de ánimo cambiará, empezarás a sentirte más relajado, ya no verás las cosas tan negras. Nuestro lenguaje corporal está influyendo en nuestro estado de ánimo.

Todo lo que hemos estado comentando en el artículo de hoy y en el que le precedía, hábitos, resistencia al cambio, zona de confort, etc... tiene mucha relación con el primer aspecto que se trabaja en una sesión de coaching; el OBJETIVO. 

Muchas veces, hablamos con gente de nuestro entorno personal o laboral comentando los entrenamientos que hacemos, las horas que metemos, el tiempo que empleamos. Nos miran un poco cómo bichos raros y hacen la pregunta. - "Y tú, ¿por qué corres?".

Como coach, no te voy a hacer esa pregunta. Lo que sí te voy a preguntar es ¿PARA QUÉ corres?. Y de eso hablaremos en el siguiente artículo.

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Aitor Loizaga

Aitor Loizaga

Coaching Deportivo

Coach deportivo y ejecutivo. Inteligencia Emocional. El coaching me ha permitido unir mis dos pasiones: - El deporte en todas sus variantes: después de haber practicado fútbol y surf, mi gran ilusión y mi desafío es el triatlón. - Colaborar para que otros puedan conseguir sus objetivos: con el coaching deportivo para que el deportista pueda ir más allá, retándose a sí mismo y superando los límites. En el coaching personal y ejecutivo, ayudando a que puedan conseguir las herramientas para romper las barreras y conseguir lo que antes parecía inalcanzable. Con ilusión y motivación podemos llegar donde nunca imaginábamos; sal de la zona de confort. Atrévete.

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