Seguro que habéis oído muchas veces eso de que la fuerza de voluntad puede hacer que lleguemos mucho más lejos que lo que nuestra condición física nos permite. Sí; eso es verdad y como coach, lo veo muy a menudo.
Pero qué pasa cuando es justo lo contrario, cuando nuestra mente es la que nos juega malas pasadas y nos impide que demos todo lo que llevamos dentro. Físicamente estamos en condiciones de lograr nuestra meta, pero nuestra cabeza piensa que no y nos impide conseguirlo. ¿Siempre?. No, como veréis a continuación.
Bajar de 4 minutos la milla
Por eso, quiero contaros la historia de Roger Gilbert Bannister, en concreto la época en la que era un gran atleta y estudiante de medicina en Oxford, antes de convertirse en un prestigioso neurólogo. En 1.954 Bannister pertenecía al equipo de atletismo de la Universidad. En esta época había una prueba de atletismo que tenía un record mundial mítico e infranqueable; era la prueba de la milla y la imposibilidad de bajar de los cuatro minutos. El record del mundo duraba ya desde 1.945 y estaba en 4,02''. Era tan infranqueable que incluso los médicos aseguraban que nunca se bajaría de los cuatro minutos porque el cuerpo humano fisiológicamente no estaba hecho para ir tan rápido.
Bannister se propuso batir el récord y sobre todo, bajar de cuatro minutos. Lo que pasó aquel día fue todo un acontecimiento de la época.
La prueba fue retransmitida en directo por la BBC y con un comentarista de lujo, Harold Abrahams (seguro que os suena; es el que corre y gana la prueba de los 100 metros en la película Carros de Fuego). Y sí; Bannister lo consiguió. Batió el record del mundo y lo más importante, bajó de la barrera de los cuatro minutos, exactamente 3,59,4''.
Podríamos hablar y mucho sobre lo que hizo Bannister, su fuerza de voluntad, determinación, no hacer caso a lo establecido y llegar más lejos que nadie.
Pero yo quisiera llamar vuestra atención sobre otro tema, que surge como consecuencia de que Bannister rompiera la barrera, el muro de los cuatro minutos. Como os había dicho, a pesar de los intentos nadie había conseguido bajar de los 4,02'' y mucho menos de los cuatro minutos. Pues bien; Bannister batió el record el 6 de Mayo de 1.954. Desde esa fecha hasta que terminó el año, ¿sabéis cuántos atletas fueron capaces de bajar de los cuatro minutos?. Más de treinta atletas...
Es decir; después de años y años de intentarlo, de Juegos Olímpicos, diferentes entrenadores y sistemas de entrenamiento, ningún atleta había sido capaz no sólo de bajar de los cuatro minutos, sino siquiera de bajar de 4,02''. De repente, Bannister lo logra y en un plazo de tiempo muy breve, lo que queda de año, otros lo consiguen.
A 6 de Mayo estos más de treinta corredores hacían tiempos por encima de los 4,02', ¿en unos pocos meses van a ser capaces de mejorar su condición física como para bajar más de dos segundos en cuatro minutos de carrera?. En unos poco corredores todavía, pero en más de treinta cuesta creerlo.
¿Qué pasaba?
Estos atletas tenían en potencia la capacidad física para bajar de los cuatro minutos. Pero mentalmente no. Se había convertido en una verdad absoluta la imposibilidad de bajar de ese tiempo, hasta la medicina lo confirmaba. Y mentalmente se levanta una barrera invisible que la tenían tan interiorizada que ni se daban cuenta de que existía. Esta barrera nos dice que no se puede bajar de los cuatro minutos. Y no puede bajar de ese tiempo ni nosotros ni nadie.
Pero llega un día en que alguien lo consigue, alguien rompe ese límite y entonces, nuestra barrera mental desaparece. Sí que es posible lograrlo; es humanamente posible. Y nos decimos que si ese ha sido capaz, ¿por qué no yo también?
¿Y si es posible'
Algo muy similar nos puede ocurrir en nuestro día a día. Como deportistas, en el trabajo o en nuestras relaciones personales. Si creemos que algo es imposible, ni lo intentamos. Pero de repente alguien de nuestro entorno, con unas capacidades similares a las nuestras lo logra. Y entonces nos decimos: - si ese ha podido, entonces yo también-. Nuestra forma física no ha cambiado, no ha mejorado, pero si nuestra disposición mental. Nos atrevemos a hacer algo para lo que unos momentos antes, estábamos convencidos que no seríamos capaces.
Cuando te enfrentes a un reto en el que creas que no puedes lograrlo, pregúntate: realmente no puedes o en realidad es que crees que no puedes y entonces no lo intentas. Rompe tus barreras; atrévete.
Aitor Loizaga
www.coachingsinlimites.es
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