Ponerse unas zapatillas y empezar a correr parece la cosa más sencilla del mundo, y lo es, pero hacerlo en las condiciones idóneas para no tener sustos inesperados se complica un poco más.
La mayoría de los y las corredoras nos lanzamos al asfalto sin habernos hecho un reconocimiento médico y mucho menos aún, una prueba de esfuerzo. Nadie nos pide estas pruebas para entrenar y tampoco para competir, con lo que la posibilidad de que nos las hagamos por prevención es escasa.
Yo tampoco me hice ningún reconocimiento cuando empecé a correr, pero cuando me planteé competir cambió la cosa. Me sentía mucho más segura sabiendo que mi corazón funcionaba bien, a la par que las pruebas me daban mucha información sobre cómo correr mejor. Estaba haciendo una inversión, no un gasto. Estaba invirtiendo en salud. No es muy lógico que nos compremos las zapatillas más caras del mercado o que nos gastemos 300 euros en un pulsómetro y no invirtamos unos 120 en saber si tenemos o no algún problema de salud o en un entrenador personal de running por 69€ al año.
Le he pedido a Pablo Aranda que nos hable de la necesidad de realizarnos estas pruebas. Pablo es doctor especialista en medicina de la educación física y el deporte, triatleta y responsable de la planificación de temporada de deportistas tanto aficionados como profesionales. Estudió medicina con la intención de especializarse en medicina deportiva y poder ayudar a que otras personas logren sus objetivos.
Begoña Beristain: Hay cierto desconocimiento sobre la labor de la medicina deportiva. Por centrar el tema ¿qué es lo que hace un médico deportivo?
Pablo Aranda: La medicina deportiva estudia los efectos de la práctica del deporte y de la actividad física en el organismo humano desde el punto de vista de la prevención y el tratamiento de las enfermedades y lesiones.
Afortunadamente, cada vez está más de moda la práctica del ejercicio y, aparentemente, el más sencillo y cómodo es correr. Sin embargo, correr es un deporte exigente, muy exigente desde el punto de vista cardiovascular y del aparato locomotor.
BB: Los reconocimientos médicos de un deportista ¿han de hacerse en un centro deportivo?
.. PA: Efectivamente, y nunca hay que confundirlos con chequeos y otras pruebas claramente insuficientes pero que durante años se han estado utilizando para dar la aptitud a una persona para la práctica deportiva.
BB: Entonces ¿cómo debe ser un reconocimiento médico deportivo?
.. PA: Pues debe de constar de dos partes. En primer lugar, se deben conocer los antecedentes familiares y personales de los deportistas, dando especial importancia a los cardiológicos. Después se hará una valoración del deportista en reposo, con auscultación cardiopulmonar, tensión arterias, ECG de reposo y cineantropometría con peso, altura y pliegues. Se puede realizar una espirometría y otros valores como la fuerza, flexibilidad y, para terminar, la prueba de esfuerzo.
BB: ¿Para qué hacernos una prueba de esfuerzo?
.. PA: Esta prueba debe ir encaminada a llevar al deportista a unas condiciones similares a las que se enfrentará en su deporte. Lo ideal es que la prueba sea máxima, es decir, hasta que el deportista diga que va "a tope". Es recomendable que se realice en el medio del deportista, osea, en bicicleta si es ciclista o en tapiz si es atleta. En el resto de deportes se puede hacer en cualquiera de las dos, sabiendo que la bicicleta presenta la limitación que en no entrenados puede llegar antes la fatiga muscular que cardiovascular.
Para la prevención de la muerte súbita, la herramienta más útil es la prueba de esfuerzo. La causa principal de muerte súbita, tanto en jóvenes como en mayores, es una enfermedad cardiaca desconocida por el deportista. Con esta prueba detectamos posibles episodios de arritmias o alteraciones y cardiopatías isquémicas, responsables de más del 50% de los fallecimientos.
BB: Además de controlar nuestro estado ¿se le puede sacar más partido a la prueba de esfuerzo?
.. PA: ¡Claro! Se puede hacer la prueba de esfuerzo con valoración de consumo directo de gases o con valoración de lactatos para obtener ritmos, vatios o frecuencias cardiacas de entrenamiento y competición, umbrales, etc. Son datos muy importantes si queremos optimizar al máximo nuestros entrenamientos y mejorar en las competiciones. El médico deportivo, con los datos de la prueba, podrá explicarnos cómo debemos entrenar, a qué ritmos, con qué descansos, cuántos días a la semana, la duración de cada entrenamiento, etc. Nos dirá también cómo debemos utilizar un pulsómetro y a que intensidades o ritmos cardiacos debemos entrenar.
BB: La edad ¿determina si debemos hacernos o no una prueba de esfuerzo?
..PA: Esta prueba está recomendada para todos los deportistas, pero principalmente a partir de los 35 años y si se tiene algún factor de riesgo añadido o se comienza a practicar un deporte de forma intensa.
BB: La medicina deportiva ¿puede ayudarnos con las lesiones?
.. PA: Es fundamental consultar con un especialista deportivo cuando se está lesionado. Por un lado, para el diagnóstico pero también para la valoración de la causa última de la lesión poniendo los medios para el tratamiento y la curación y evitar que se vuelva a producir al retomar la práctica deportiva.
Además, el médico deportivo se encargará de controlar al deportista a lo largo de la temporada evitando que entre en fatiga o sufra anemias. En fin, que nos ocupamos de primar la salud y el bienestar de los y las deportistas.
¿Cómo se realiza una prueba de esfuerzo?
Fuente: IMQ
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