No empezamos bien con el titular: "Ducha fría o caliente después de salir a correr ¿Qué es mejor?", porque una opción excluye a la otra, y esa no es la cuestión. Efectos secundarios del posicionamiento web y de más especies. Pero una no es mejor que la otra, ni viceversa ¡Seamos claros! Así que nuestro objetivo con este post es exponerte para qué te sirve y en qué momento puedes decantarte por la ducha fría o por la ducha caliente después de tus entrenamientos. O también recurrir a los baños de contraste, si te atreves.
Lo primero hay que decir es que hay ciertos estudios, y voces, que se postulan a favor de la ducha frías, y también los hay que ensalzan los efectos positivos de la duchas de agua caliente tras salir a correr. Por ejemplo, hablando del proceso de recuperación, el agua caliente tiende a relajar los músculos, mientras que los baños con agua fría -incluso lo de meterse en una piscina con hielo (crioterapia)- te pueden ayudar a eliminar las impurezas del ácido láctico.
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Dado que tanto el agua caliente como el agua fría tienen sus propios beneficios, quizás la vía más recomendable es optar por los baños de contraste, que, al parecer y como se ha mostrado, sí que tienen efectos directos en la recuperación del atleta. Pero de eso hablaremos más adelante, y no perdemos el foco de lo que nos ocupa: Duchas de agua fría y duchas de agua caliente...¿Cuándo y por qué?
¿Por qué decantarse por una ducha fría o ducha caliente después de salir a correr?
Llegados a este punto, empezamos por el final, y antes de subrayar los beneficios de una y otra opción, nos fijamos en unos aspectos que también hay que tener en cuenta. En este sentido aparecen en escena conceptos que te pueden sonar: Vasoconstricción, asociada a la ducha fría; y vasodilatación, asociada a la ducha caliente.
La vasoconstricción produce una contracción de los vasos sanguíneos que hace subir la presión arterial, y que viene precedida de una bajada en la temperatura corporal. Entonces, el flujo sanguíneo se dirige hacia los órganos vitales, mientras que los músculos se quedan, más o menos solos, en la tarea de hacer frente a la acumulación del ácido láctico.
Por su parte, la vasodilatación tiene el efecto contrario, y lo que hace es dilatar los vasos sanguíneos, aumentando la presión arterial, y haciendo que el flujo sanguíneo vaya más directo hacia los músculos, lo que supone que el ácido láctico queda más disperso, reduciendo esa sensación de dolor y fatiga.
En definitiva, y simplificando el tema, las duchas de agua fría te pueden ayudar a recuperar los tejidos dañados, mientras que los baños de agua caliente contribuyen a relajar y liberar la tensión de tus músculos.
Beneficios de la ducha de agua fría y de la ducha de agua caliente
Si contraponemos la ducha de agua fría con la ducha de agua caliente, los beneficios de cada una de las dos opciones pueden quedar resumidos en los siguientes listados:
Beneficios de los baños de agua fría
- Estimula el sistema inmunológico y mejora la circulación sanguínea.
- Incrementa el estado de alerta del cuerpo.
- Incentiva a las hormonas antidepresivas.
- Acelera el metabolismo.
- Favorecen el proceso de pérdida de peso.
- Contribuyen a cuidar la piel y el cabello.
Beneficios de las duchas de agua caliente
- Relaja los músculos y mejora la recuperación.
- Disminuye la tensión corporal y el estrés.
- Reducen los síntomas del resfriado y la tos, abriendo las vías respiratorias y limpiando las fosas nasales.
- Alivia los síntomas de la migraña.
- Reduce la inflamación.
- Aplaca la ansiedad.
Así que la opción más indicada está en evaluar cuál es tu estado físico y mental en el momento concreto antes de entrar a la ducha, y decantarse por una u otra opción en función de los beneficios que quieras buscar.
Baños de contraste: ¿La opción más indicada que no debes de descartar?
Lo hemos dejado para el final, porque digamos que es la opción intermedia, y de la que, en principio, podrías sacar más partido, dado que se centra en buscar un equilibrio: Duchas agua tibia, o bien los conocidos baños de contraste.
Los baños de contraste derivan de una técnica milenaria, desarrollada por el médico naturista alemán, Sebastian Kneipp, uno de los grandes precursores de la hidroterapia, y también que ha dado nombre a la llamada "Cura de Kneipp", sistema médico natural centrado en aplicar: Hidroterapia, ejercicio físico, terapia nutricional, fitoterapia (hierbas medicinales) y espiritualidad.
https://es.wikipedia.org/wiki/Sebastian_Kneipp
Como su nombre indica consiste en crear un contraste al alternar cortas exposiciones sobre agua fría y agua caliente, alternándolas. Y sus beneficios, aunque ya están destacados, son los siguientes:
- Estimulan la circulación sanguínea.
- Activa e incentiva el sistema inmunológico.
- Previene el Dolor Muscular de Aparición Tardía (DOMS), las famosas agujetas, que no, que no son de color rosa.
- Pueden ayudar a combatir la depresión.
- Contribuyen a adelgazar.
¿Cómo aplicar la técnica correcta de las duchas de contraste?
No tienen mayor misterio, pero sí que es cierto que hay que aplicarlas bien, de una forma correcta, para obtener la máxima efectividad. Tan sencillo como seguir estos pasos:
Primera ducha con agua tibia/caliente entre 3 a 5 minutos.
Segunda ducha con agua fría durante 1 minuto.
Repetir el ciclo entre 3 a 5 veces.
Las claves de esa efectividad de los baños de contraste son tres:
- La primera de ellas está en acabar siempre con la ducha de agua fría.
- La segunda es que la diferencia de temperatura entre el agua caliente y fría tiene que ser la más alta posible para generar ese contraste.
- La tercera, las duchas de agua caliente deben tener más duración que las duchas de agua fría.
Dicho lo cual, te sentirás como nuevo, y por supuesto que contribuirás a una mejor y más rápida recuperación, incluso de tus entrenamientos de running más exigentes ¿Por cuál te decantas?
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