¿Qué hago yo aquí?, ¿quién me manda a mí hacer esto?, pensamientos que a muchos de nosotros nos han acompañado durante los entrenamientos, incluso en competición, y que han derivado en una mayor sensación de fatiga y desánimo. Pero, ¿cómo mantener la motivación en el running? "Tenemos que tener buenos argumentos: contundentes, personales y de peso, para poder mantener esa motivación cuando nuestra cabeza nos lance mensajes de abandono o desánimo", señala Vicky Cervera, psicóloga-deportiva.
Es cierto que practicar deporte no siempre es gratificante ya que conlleva esfuerzo y sacrificio, sin embargo, son muchos los motivos que nos impulsan a calzarnos las zapatillas de running y salir a correr. Acudimos, una vez más, al asesoramiento experto de nuestra psicóloga deportiva, Vicky Cervera, que nos dará algunas pautas clave para tolerar mejor la frustración y mantener alta la motivación en el running.
¿Cómo mantener la motivación en el running?
La motivación es el motor que nos mueve a hacer algo, a tomar acción con nuestros propósitos; pero no solo es eso, también es aquello que nos hace mantener dichas conductas o actividades. Así que, esta motivación es como el fuego que siempre debe estar encendido para que hagamos lo que hacemos y además, sigamos haciéndolo. Este fuego unas veces será más vivo y otras, las llamas irán bajando.
Lo que ocurre, es que la motivación es un continuo y nos movemos en él según el momento de nuestra vida y según la actividad que practiquemos.
Tenemos que tener buenos argumentos: contundentes, personales y de peso, para poder mantener esa motivación cuando más lo necesitamos
Pues bien, en el running, como en cualquier otro deporte, la motivación debe estar fundamentada en buenos motivos. Puesto que practicar deporte no siempre es gratificante, pues conlleva unos sacrificios y también un esfuerzo, debemos saber por qué hacemos lo que hacemos. Poder contestar con un buen argumento a la eterna pregunta: "¿qué hago yo aquí?", es la clave para continuar.
- Esta pregunta nos la lanza nuestro cerebro cuando hacemos un esfuerzo que excede su comodidad, y en apariencia, no nos lleva a satisfacer ninguna necesidad básica.
- Es por eso que, tenemos que tener buenos argumentos: contundentes, personales y de peso, para poder mantener esa motivación cuando más lo necesitamos.
¿Cómo gestionamos la falta de motivación durante los entrenamientos? ¿Y en competición?
Debemos aprender a diferenciar entre los pensamientos y nuestra motivación. Las sensaciones que tenemos durante los entrenamientos, no son otra cosa que incomodidad y falta de coherencia, percibida por nuestro cerebro. Es decir, nuestro cerebro interpreta que no necesita hacer ese gran esfuerzo para cubrir ninguna necesidad básica.
Entonces al percibir esa subida de gasto energético, nos lanza pensamientos como: ¿qué hago yo aquí?, ¿quién me manda a mí hacer esto?, ¿no estaría mejor ahora descansando?; con el día tan duro que he tenido, no entiendo cómo puede ser que ahora tenga que entrenar.
Si nosotros nos dejamos llevar por estos pensamientos, esto se traducirá en unas emociones: mayor sensación de fatiga, desánimo, apatía... Pero ¿y si lo interpretamos como lo que son: pensamientos? Todo aquello que pensamos no tiene por qué ser cierto; tenemos muchos a lo largo del día, pero no todos ellos son verdad.
Sabemos perfectamente por qué estamos entrenando, cuáles son nuestros motivos para estar ahí, para seguir. De hecho, si dejamos pasar esas ideas, enseguida notaremos como las vencemos. Pues en esa cabecita hay motivos de sobra para correr: "desde que empecé a correr estoy más tranquilo", "siento que soy más ágil", "puedo jugar con mis hijos más tiempo", "me siento más en forma, me gusta más mi cuerpo", "la sensación de superación que tengo en el deporte, es incomparable".
Así que, la clave es tener buenos motivos y en el momento nuestra cabeza nos lance mensajes de abandono o desánimo, interpretarlo como simple contenido. Saber que superando ese momento, la satisfacción estará garantizada. Si doy por hecho que recibiré esa llamada al abandono y sé que la puedo superar, me veré más fuerte, tendré mas autoconfianza y sabré que sigo motivado, a pesar de tener esos pensamientos.
En competición añadimos el ingrediente de sentirnos en situación de evaluación. Normalmente aumentará la cantidad de pensamientos y con ella la activación. Ahí tenemos otra tarea: controlar la activación.
¿Necesitamos siempre de un aliciente, un nuevo reto, un objetivo competitivo para mantener alta la motivación en el running?
Tener objetivos, nos hace mantener mejor la motivación. Esto se debe a que le damos más motivos a nuestra cabeza para continuar.
Si a la práctica deportiva "desinteresada" le añadimos un objetivo, le estamos dando un giro favorable para nuestra motivación, porque añadimos: una fecha, unos hitos que cumplir, ya sea ritmos, distancia o necesidad de practicar nuevas habilidades, una planificación, un reto...
En cuanto a necesitarlo, yo creo que depende de personas. Hay diferentes tipos de funcionamiento según el tipo de personas. Hay gente que disfruta meramente de la práctica, cosa súper favorable para sentir "el flow" en el deporte. Hay otras personas que solo disfrutan de algo, si hay un reconocimiento posterior; un poco peligroso para con nuestra autoestima. Y luego, está la gente, que somos la gran mayoría, que disfrutamos de una mezcla de las dos: el camino y la consecución del objetivo son la combinación perfecta.
¿Cómo gestionamos un mal entrenamiento?
Esto es lo que los psicólogos llamamos: tolerancia a la frustración. Igual que en el día a día, hay cosas que nos salen como esperábamos y cosas que no; en la vida deportiva es igual.
Nuestro estado emocional es a veces el impulsor/el que frena nuestro rendimiento: tiene un papel crucial en nuestra vida deportiva
Nosotros generamos unas expectativas, entrenamos a favor de éstas, y luego, nos sale o no. Para gestionarlo no hay más que analizar qué ha pasado, ver en qué puedo mejorar, aceptar lo que no haya tenido que ver conmigo y la siguiente oportunidad aplicar esos cambios que he visto necesarios.
Esto con ayuda de tu entrenador/a será mucho más fácil. La comunicación con él/ella es esencial. Porque seguramente, eso que te pasa a ti, le ha pasado a muchos corredores antes; y tu entrenador/a puede darte una respuesta.
Si esto no funciona, quizás haya que analizar un poco más a nivel emocional. Nuestro estado emocional es a veces el impulsor/el que frena nuestro rendimiento: tiene un papel crucial en nuestra vida deportiva.
Esa sensación de frustración, de no haberlo dado "todo", ¿cómo de importante es hablarnos bien?
Es un elemento que todos deberíamos tener en cuenta. Existe una relación directa entre nuestros pensamientos, las emociones y lo que hacemos (las conductas). Si encontramos dicha relación y observamos cómo es, tenemos un poder añadido a nuestra potencia física.
Por ejemplo: si me digo "hoy estás como un toro", la emoción que derivará de esto será alegría e incluso euforia, esto a nivel fisiológico se traducirá en mayor bombeo de sangre y leve elevación del ritmo cardíaco; por lo tanto, sensación de más potencia y fuerza a la hora de entrenar. El resultado será: un mejor entrenamiento. Es un elemento sin el cual, nunca podremos llegar a nuestro mejor punto de forma.
Sentir que no progresamos, que no mejoramos, ¿cómo nos afecta psicológicamente?
Sentir que no progresas, no sienta bien a nadie. Es por eso que, no solo hay que salir a correr, sin más. También tenemos que conocernos como atletas, ser reflexivos, no querer las cosas rápido y respetar los tiempos de progreso... Aprender en el deporte es genial, porque afortunadamente, con nuestro cuerpo no hay un dispositivo que pueda acelerar los procesos.
En este terreno tenemos que tener la calma de ver cómo vamos progresando despacio, tomar el tiempo necesario. Esto nos ayuda a ser pacientes y a comprobar, que no todo en la vida se puede dar rápidamente. También nos ayuda a disfrutar de cada entrenamiento.
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