En los últimos años asistimos a una auténtica revolución tecnológica en el mundo del deporte, desde el big data, pasando por mejoras en los materiales, estrategias de competición, hasta llegar a diversos hardware que recogen datos de cada una de nuestras zancadas.
Aunque el boom tecnológico de los últimos años se lo han llevado los modelos de zapatillas de running con placa de carbono, tan visibles en todas las carreras populares y de élite, poco a poco se van observando otros “gadget” como monitores de la glucosa en tiempo real, medidores de la saturación de oxígeno en tiempo real, y potenciómetros para la carrera.
Un potenciómetro de pie es un pequeño dispositivo que, normalmente, va enlazado entre los cordones de una o dos zapatillas (dependerá del modelo). Mediante este aparato, se calculará la potencia que generamos en cada zancada.
Sobre estos últimos queremos hacer una mención especial, y dedicarles de paso este post, ya que cada vez más deportistas de todos los niveles los utilizan.
¿Qué es un potenciómetro?
Para los que todavía no sepan a lo que nos estamos refiriendo, un potenciómetro de pie es un pequeño dispositivo que, normalmente, va enlazado entre los cordones de una o dos zapatillas (dependerá del modelo). Mediante este aparato, se calculará la potencia que generamos en cada zancada.
Además de esta métrica, también nos puede reportar otras variables como tiempo de contacto del pie con el suelo, cadencia, estrés, velocidad crítica, y un largo etcétera que dependerá del modelo, marca y tipo de suscripción.
No obstante, muchos estaréis preguntando la utilidad de un potenciómetro, pues atentos que ahí va una visión general de las potencialidades y puntos más controvertidos de este nuevo aliado en nuestras sesiones.
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¿Para qué sirve un potenciómetro?
Básicamente un potenciómetro nos devuelve un dato, la potencia generada. Podríamos pensar que esto ya nos lo da la velocidad o la frecuencia cardíaca, esto es cierto hasta cierto punto. No obstante, en el entrenamiento dos más dos no siempre son cuatro y si utilizamos solo la velocidad para establecer la intensidad que debemos desarrollar con el objetivo de alcanzar una adaptación en concreto podemos equivocarnos.
La potencia, expresada en vatios, será una variable capaz de determinar la situación anterior y poder dar una métrica más exacta, y en tiempo real, sobre nuestro esfuerzo.
En otras palabras, la velocidad desarrollada está condicionada por la orografía del terreno, por lo que si yo quiero hacer una repetición de 1000 metros a 3 min 30 seg sobre un terreno con 25 metros de desnivel positivo, la intensidad fisiológica real de esta sesión será superior a la que yo creo que estoy realizando. De la misma manera, si estamos corriendo cuesta abajo, el esfuerzo que debemos realizar, posiblemente, sea menor del deseado.
La potencia, expresada en vatios, será una variable capaz de determinar la situación anterior y poder dar una métrica más exacta, y en tiempo real, sobre nuestro esfuerzo. Por decirlo de alguna manera, viene a reportar un dato estable sobre la intensidad a la cual nos estamos ejercitando, evitando limitaciones propias del uso de la velocidad.
De esta manera podremos ser más precisos con nuestras zonas de entrenamiento y poder cambiar de entorno siempre manteniendo una misma intensidad. Por ejemplo, si sé que mi primer umbral está alrededor de los 150 w, podré correr sobre un terreno con mayor o menor desnivel, pero siempre fijándome en la potencia asociada a mi objetivo de trabajo (primer umbral fisiológico).
Aspectos a tener en cuenta al entrenar por potencia
Alguno de los puntos no tan positivos del uso de la potencia es que este es un parámetro completamente “objetivo”. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que si entrenamos por zonas de potencia, esto es algo inmutable y no tiene en cuenta la fatiga previa, derivada de sesiones anteriores o de nuestro día a día. Por lo que podríamos entrenar a intensidades más altas de las debidas en días de recuperación.
En principio esta limitación la suple la frecuencia cardíaca. Por ejemplo, si tengo que realizar un rodaje a 150 pulsaciones y yo estoy descansado, mi ritmo podría ser de 5 min/km o 150 w. Por el contrario, si debo realizar el mismo entrenamiento a la misma frecuencia cardíaca, pero parto con una fatiga previa, la potencia y velocidad deberá variar (menor valor).
A su vez, y para rizar más el rizo, la frecuencia cardíaca puede presentar ciertas limitaciones especialmente en días de calor o humedad, siendo mayor a una misma intensidad relativa del VO2máx.
Por lo tanto, se puede observar cómo no hay métrica que no tenga sus limitaciones. Por ello, es necesario tener en cuenta toda la información que nos reportan nuestros dispositivos. Aunque parezca un poco tedioso tener en cuenta todo esto, nunca estará de más controlar nuestros entrenamientos, evaluar nuestras sesiones y en base a esto tomar decisiones sobre los próximos entrenamientos. Si queremos mejorar, debemos medir y valorar, de lo contrario no podremos tomar decisiones.
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