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Seguro que en alguna ocasión has escuchado que el running se trata de una disciplina que se engloba dentro de los deportes de resistencia. Deportes que se caracterizan por ser formatos que tienen una duración media o alta y en el que el componente cardiovascular aeróbico adquiere una especial importancia. Al fin y al cabo, correr persigue el objetivo de “resistir” para cubrir una distancia o un tiempo determinado zancada tras zancada.
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Aunque nuestro principal foco de atención siempre haya sido y siga siendo la carrera a pie y aunque nos encante calzarnos las zapatillas de running, seguro que muchos de vosotros/as sabréis que correr no es la única disciplina de resistencia. En lo que a capacidad física se refiere, la natación o el ciclismo son modalidades muy afines al atletismo y son considerados también como deportes de resistencia.
Debido a la predilección de un porcentaje importante de runners por salir a andar en bicicleta en ciertos momentos de la preparación o la temporada y por el auge de su práctica en estos últimos años, en las siguientes líneas nos gustaría hablar sobre el ciclismo. No para explicar en qué consiste, ni para hablar de carreras o marchas cicloturistas, sino para hablar de por qué combinar el running y las dos ruedas puede ser una buen método para mejorar el rendimiento, además de presentar otras ventajas añadidas.
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¿Resulta interesante introducir sesiones de bicicleta en mi rutina de running?
Á groso modo, la respuesta es que sí, pero no esta afirmación no resulta válida para todo tipo de contextos ni momentos. Así pues, debes de tener claro ciertos aspectos antes de salir a la carretera o a la montaña con tu bicicleta para combinarlo con el running.
Nivel y experiencia
Cuanto mayor nivel o condición atlética tengamos, mayor será la necesidad de incluir un mayor número de sesiones de running para mantener o mejorar la forma física. Por lo tanto, incluir al menos una sesión de ciclismo semanal puede resultar interesante para evitar el impacto en cierta medida, sin que se vea perjudicado el componente cardiovascular.
Además, dicen los más sabios que la experiencia es un grado. Los y las runners más experimentadas saben potenciar su rendimiento con el menor esfuerzo y recursos posibles, por lo que sustituir una sesión de carrera a pie por una ruta de bicicleta puede ser beneficioso tanto a nivel físico como mental y, como hemos mencionado antes, no repercutir negativamente en el rendimiento ya que el resto de las sesiones semanales garantizan el mantenimiento y/o mejora de la forma física.
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Edad
Todos sabemos que con el paso de los años, además de verse reducido el rendimiento paulatinamente, las articulaciones y la musculatura se ven perjudicadas en mayor medida debido al mayor efecto negativo que el impacto contra el asfalto provoca. Aunque una musculatura más fuerte es la mejor forma de prevenir molestias o lesiones, no garantiza que cuanto mayores seamos más propensos/as a tener que detener la actividad física por diferentes problemas físicos.
Planificar una o dos sesiones de ciclismo por semana puede ser una buena forma para que los/as más veteranos/as se aseguren de seguir corriendo durante más tiempo, conservando un mejor estado de sus músculos, tendones y articulaciones.
Historial de lesiones
Un o una corredora propensa a las lesiones o con episodios de recurrencia de una lesión en una zona concreta puede beneficiarse mucho de eliminar una parte del impacto que experimenta el cuerpo al correr. Como es lógico, a mayor exposición, mayor riesgo de lesión, por lo que aunque para mejorar nuestro rendimiento corriendo debemos de priorizar las sesiones de running, tenemos que tener claro que debemos de introducir métodos alternativos de entrenamiento si no queremos tener tendencia a las recaídas constantes.
Frecuencia de entrenamiento
Uno de los factores que pueden determinar la inclusión de sesiones de ciclismo dentro del plan de entrenamiento alude a cuestiones de frecuencia, es decir, el número de sesiones por semana. Si dentro de nuestra rutina tenemos establecidas pocas sesiones semanales, es decir, entre una a tres sesiones, resulta más interesante dedicar ese tiempo a correr, ya que además de necesitar ese estímulo mínimo para progresar, nos permite tener varios días de descanso para recuperar el esfuerzo realizado en los entrenamientos.
En cambio, si ya tenemos la costumbre de correr más de cuatro sesiones semanales, podemos valorar la realización de alguna sesión de bicicleta semanal. La decisión también dependerá del resto de factores mencionados en este apartado.
Gusto por la disciplina
No tiene sentido poner en la balanza la combinación de sesiones de running y ciclismo si realmente la disciplina de las dos ruedas no nos suscita ningún interés o motivación. Puede ocurrir también, aunque podamos hacer sesiones de ciclo indoor o rodillo, que nos dé cierto respeto montar en bici por miedo al tráfico rodado o por la complicación técnica de los recorridos. En este caso, podremos evitar el impacto apostando por otras disciplinas que generen similares demandas, como pueden ser la natación o el remo indoor.
¿De qué manera puedo combinar el running y el ciclismo?
Depende. ¿Y de qué depende? Pues del tipo de sesiones que esté realizando durante los diferentes momentos de la temporada, ya que como todos sabemos, no siempre entrenamos igual en función del objetivo que tengamos, ya sea competitivo o a nivel más personal. Además, no solo tiene importancia qué volumen e intensidad realizamos a la hora de correr, también lo tiene de qué forma salimos a andar en bicicleta.
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Podemos estar en la casuística de que tengamos experiencia en el ciclismo y seamos capaces de realizar sesiones a baja intensidad sin sufrir mucho. Pero puede ocurrir que seamos nuevos/as en esto de andar en bicicleta, por lo que a la mínima actividad el esfuerzo puede ser considerable. El tipo de superficie también tiene que ver. De forma general, montar en bicicleta de montaña es más exigente debido a la variedad y tecnicidad de recorridos. Por lo tanto, depende del estrés que nos genere el hecho de realizar sesiones de ciclismo, podremos evaluar cómo combinarlos con las sesiones de running.
Como recomendación general, lo más interesante para los runners resulta incluir la bicicleta en el día posterior a un día de carrera de gran exigencia, ya sea por gran intensidad, pero también por realizar largas sesiones a baja intensidad. También nos puede venir bien el día posterior a un entrenamiento de fuerza exigente
Combina el running y el ciclismo, pero aprende a priorizar
Introducir una sesión de ciclismo entre dos días de carrera es la decisión más sencilla y útil cuando tengamos alguna duda de cómo hacerlo. Todo esto siendo conscientes de que a no ser que nos interese “apretar” y subir las pulsaciones en la bicicleta por no poder hacerlo corriendo, nuestro objetivo al montar en bicicleta debe de ser hacerlo a baja intensidad, disfrutando y pasando un rato agradable practicando otra disciplina, que además de prevenir lesiones y cambiar de chip, nos permitirá seguir manteniendo e, incluso, mejorando nuestra condición física.
Aunque en un inicio pueda resultar algo complicado regular la intensidad, tómate las sesiones de ciclismo como medio para recuperar de las sesiones más exigentes de running y como estímulo suficiente para provocar las adaptaciones fisiológicas necesarias para mejorar el ritmo.
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