Acabo de volver de pasar una semana por tierras catalanas. Cuando estás preparando una maratón, como es mi caso, no hay vacaciones que valgan y tienes que seguir con tu preparación si no quieres llegar a la línea de salida con los deberes sin hacer.
Así que, siguiendo el plan preparado por Imanol Loizaga para la maratón de Nueva York del próximo 5 de noviembre, me ha tocado madrugar para que la mañana me pille con el entrenamiento hecho y poder disfrutar de la playa y los planes vacacionales sin interferir en lo programado. Eres tú quien está preparando 42 kilómetros y no tu familia, osea que toca adaptarse y hacer el entreno antes de que el resto se levante de la cama. Esto o tener a los demás esperando con lo que ello conlleva. Mejor madrugar, sí.
Me ha sorprendido la cantidad de corredores y corredoras con los que me he encontrado en mis rutas. En torno a las 6.30/7.00 de la mañana me he cruzado continuamente con gente entrenando. Ha habido momentos en los que he pensado que parecíamos hormigas saliendo de todos los callejones y rincones. Es una buena noticia esta porque significa que cada vez son más las personas que optan por un deporte que se puede practicar a cualquier hora (yo obviaría las horas centrales del día en las que el sol más aprieta) y que requiere una equipación muy básica: unas buenas zapatillas son lo único imprescindible. El resto, la camiseta, los pantalones, el reloj, etc, son importantes pero puedes arreglarte casi con cualquier cosa.
He visto a muchos corredores/as principiantes, de esos que aprovechan las vacaciones para probar a correr y ver si les engancha o no. No todos, claro, pero seguro que alguno de ellos/as acaba siendo no solo un corredor estacional si no que se convierte en uno permanente. Ojalá sea así porque habrá puesto las bases para un cambio de hábitos y unas rutinas saludables que van a ayudarle mucho en su día a día.
Correr con calor no es ninguna broma
Pero también he visto cosas que se hacen sin informarse de los riesgos que conllevan. Llama la atención lo abrigada que corre la gente. En torno a 22/24 grados de buena mañana y una indumentaria digna del más crudo invierno. Mallas largas, camisetas con mangas, cortavientos y, lo peor, chubasquero. Sí, sí, chubasquero en pleno verano y sin amenaza de lluvia.
Aquí quería yo llegar, a ese error tan peligroso que nos lleva a pensar que si corremos con chubasquero (cuanto menos transpirable, mejor) adelgazaremos. El plástico nos va a hacer sudar de lo lindo. Vamos a chorrear, sí, y cuando volvamos a nuestra casa y nos subamos a la báscula comprobaremos que podemos haber perdido incluso más de un kilogramo. Sin embargo, lo que hemos perdido no es otra cosa que agua y sales minerales, no peso graso. En cuanto volvamos a hidratarnos recuperaremos el peso anterior y lo único que habremos hecho es poner en riesgo nuestra salud.
Los chubasqueros, plásticos, sudaderas y forros polares no permiten la debida transpiración y no da tregua a la piel. Si corremos con alguna de esas prendas, nuestra temperatura corporal aumentará considerablemente, el organismo perderá líquidos y sales minerales imprescindibles, nuestro sistema cardiovascular trabajará más tensionado y el rendimiento se verá mermado.
Estos son los peligros de correr con chubasquero
Fijaros. Según la nutricionista Gabriela Gottau, cuando se ha perdido un 1% de líquido, el trabajo cardiaco se incrementa. Cuando ya se ha perdido un 2%, el rendimiento físico se reduce en un 20%. Si la pérdida asciende a un 3% se reduce la concentración, el volumen sanguíneo, la capacidad de respuesta y aumenta el riesgo de sufrir calambres, contracturas y lipotimias. Con un 4% de porcentaje de líquido perdido experimentamos un cansancio o agotamiento intenso y con un 5%, los mecanismos de termorregulación se alteran aumentando el riesgo de sufrir un golpe de calor.
Pero hay más. Los chubasqueros y todo ese tipo de prendas con las que pretendemos adelgazar mientras corremos producen una maceración de la piel que puede llevarnos a padecer irritaciones en las zonas de pliegues como las axilas, ingles, entre las nalgas y por debajo del pecho.
Total, que para correr no podemos ponernos cualquier cosa. Incluso si salimos a entrenar con lluvia debemos cuidar este aspecto y utilizar prendas con espacios de transpiración en las axilas y zonas de pliegues.
Si ya queremos cuidarnos al 100% debemos tener en cuenta también el color de la ropa con la que corremos. Si queremos protegernos del sol deberemos llevar ropa más oscura. La luz ultravioleta atraviesa las prendas claras con mucha facilidad así que para una "pantalla total" mejor ropa oscurita. Eso y una buena crema de protección solar. El sol va a quemar nuestra piel y la va a avejentar rápidamente a menos que la protejamos adecuadamente.
En definitiva y como resumen en cinco pinceladas:
- Evita salir a entrenar en las horas más calurosas del día. El medio día puede ser muy peligroso si las altas temperaturas acechan.
- No te olvides de la protección solar. Tu piel lo va a agradecer mostrándose más lisa e hidratada.
- No utilices chubasqueros, plásticos, forros polares, etc con la intención de adelgazar mientras corres. Únicamente perderás líquido que recuperaras de inmediato en cuanto te hidrates y estarás jugando con tu salud. Una deshidratación puede acarrear importantes daños a tu salud a la vez que reducirá tu rendimiento.
- Los colores oscuros de tus prendas te protegerán mejor del sol porque impiden que los rayos ultravioletas lleguen a tu piel. Cuanto más clara sea tu camiseta, por ejemplo, más penetrará el sol.
- Una cápsula de sales antes del entrenamiento y otra cada 45 minutos de carrera pueden ayudarte a mantener una correcta hidratación. Y no olvides que el agua es el aliado perfecto.
Yo procuro entrenar siempre en pantalón corto y camiseta de tirantes. Apuro todo lo que puedo y solo en el crudo invierno recurro a prendas de más abrigo. Para correr con lluvia hay chubasqueros perfectamente transpirables que pueden ayudarte a entrenar sin acabar como una sopa y sin perder la hidratación necesaria.
¡A correr!
I Foto de Yolan de Sope
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